1961
Un joven arquitecto me ha formulado esta pregunta: —Sueño con espacios maravillosos;
espacios que surgen y se desarrollan fluidamente, sin comienzo ni fin, hechos de un material
continuo, blanco y oro. ¿Por qué cuando trazo la primera línea sobre el papel, tratando de fijar el
sueño, éste resulta desmerecido?
Es una pregunta interesante. He aprendido que una buena pregunta tiene más valor que la más
brillante de las respuestas. Esta es una pregunta que se relaciona con lo mensurable y lo
inconmesurable. La naturaleza —la naturaleza física— es mensurable. Las emociones y la
fantasía no tienen medida, no tienen lenguaje, y los sueños de cada uno son distintos. Todo lo
que se hace, no obstante, obedece a las leyes de la naturaleza. El hombre es siempre más
grande que sus obras porque nunca puede expresar completamente sus aspiraciones. Para
expresarse a través de la música o de la arquitectura debe recurrir a medios mensurables como
la composición y el diseño. La primera línea sobre el papel es ya una medida de lo que puede
ser expresado cabalmente. La primera línea sobre el papel es ya una limitación.
—Entonces —preguntó el joven arquitecto—, ¿cuál es la disciplina, cuál es el ritual que puede
acercarnos a la psique? Porque es en esta aura sin materia ni lenguaje donde siento que el
hombre verdaderamente es.
—Vuelva al Sentimiento, aléjese del Pensamiento. En el Sentimiento está la Psique. El
Pensamiento es el Sentimiento más la presencia del Orden. El Orden, hacedor de toda
existencia, no tiene Voluntad de Ser. Prefiero la palabra Orden en lugar de Conocimiento,
porque el conocimiento personal no alcanza a expresar el pensamiento en forma abstracta. Esta
Voluntad de Ser está en la Psique. Todo lo que deseamos crear tiene su principio,
exclusivamente, en el sentimiento. Esto que es verdad para el científico, lo es igualmente para el
artista.
Pero le previne a mi interlocutor que contar sólo con el Sentimiento e ignorar el Pensamiento
significa no realizar.
Dijo el joven arquitecto: —Vivir y no realizar es intolerable. Los sueños llevan implícitos la
voluntad de ser y el deseo de expresar esa voluntad. El Pensamiento es inseparable del
Sentimiento. ¿De qué manera puede entonces el Pensamiento entrar a formar parte de la
creación, de modo que esta voluntad psíquica pueda ser más cabalmente expresada? Esta es
mi segunda pregunta.
—Cuando el sentir personal se trasciende en la Religión (no en una religión, sino en la esencia
de la religión) y el Pensamiento nos lleva a la Filosofía, la mente se abre hacia la comprensión.
Comprensión de la virtual voluntad de ser de, digamos, determinados espacios arquitectónicos.
La comprensión es la combinación del Pensamiento y el Sentir en un momento en que la mente
se halla en una relación más estrecha con la psique, origen de lo que una cosa quiere ser. Este
es el comienzo de la Forma. La Forma implica una armonía de sistemas, un sentido del Orden y
de lo que individualiza una existencia. La forma no tiene figura ni dimensión. Por ejemplo,
"cuchara" (el concepto de cuchara) caracteriza una forma que posee dos partes inseparables, —
el mango y el receptáculo cóncavo— en tanto que una cuchara implica un diseño específico
hecho en plata o madera, grande o pequeña, profunda o no.
2
La Forma es el "qué". El Diseño es el "cómo". La Forma es impersonal, el Diseño pertenece al
diseñador. Diseñar es un acto circunstancial, depende del dinero de que se disponga, del sitio,
del cliente, de la capacitación. La Forma nada tiene que ver con las condiciones
circunstanciales. En arquitectura, caracteriza una armonía de espacios adecuada para cierta
actividad del hombre.
Reflexioné entonces sobre lo que caracteriza en abstracto los conceptos "casa", "una casa", o
"el hogar". "Casa" es el concepto abstracto de espacios convenientes para vivir en ellos. "Casa"'
es por lo tanto una forma mental, sin configuración ni dimensión. "Una casa", en cambio, es una
interpretación condicionada de esos espacios. Esto último es diseño. En mi opinión, el valor de
un arquitecto depende más de su capacidad para aprehender la idea de "casa", que de su
habilidad para diseñar "una casa", que es un acto determinado por las circunstancias. "El hogar"
es la casa y los ocupantes. "El hogar" varía de acuerdo con el ocupante.
El cliente para el que se diseña una casa señala al arquitecto las superficies que necesita. El
arquitecto crea espacios a partir de estos requerimientos. Una casa creada de esta manera para
una familia determinada debe poseer la cualidad de servir también para otra familia. De esta
manera el diseño refleja su fidelidad a la Forma.
Concibo a la escuela como un medio ambiente constituido por espacios en los cuales se puede
estudiar satisfactoriamente. Las escuelas comenzaron con un hombre, que no sabía que era un
maestro, discutiendo bajo un árbol sus experiencias con unos pocos que ignoraban, a su vez,
que eran estudiantes. Estos últimos, reflexionando sobre lo que se había discurrido y sobre lo
útil que les había resultado la presencia de este hombre, aspiraron entonces a que sus hijos
también escucharan a un hombre semejante. Pronto se erigieron los espacios necesarios y
aparecieron las primeras escuelas. La aparición de la escuela era inevitable porque formaba
parte de los deseos del hombre.
Nuestros vastos sistemas educativos, ahora institucionalizados, surgieron de esas pequeñas
escuelas, pero el espíritu de sus comienzos se ha olvidado. Los locales que requieren hoy
nuestras instituciones son estereotipados y faltos de sugerencias. Las aulas uniformes, los
corredores con sus armarios y el resto de las dependencias están dispuestos por el arquitecto
en procura de una respuesta supuestamente funcional que no exceda los límites métricos y
presupuestarios rígidamente impuestos por las autoridades. Estas escuelas, aunque agradables,
son pobres de arquitectura, porque no reflejan el espíritu de ese hombre que enseñaba bajo el
árbol. Sin embargo, todo el sistema de escuelas que siguió a aquel comienzo no hubiera sido
posible si el comienzo mismo no hubiera estado en armonía con la naturaleza del hombre. Es
probable que la voluntad de ser de la escuela existiera aún antes que la circunstancia del
hombre bajo el árbol.
Es bueno para la mente volver a los comienzos, porque el comienzo de toda actividad estable
del hombre es su momento más maravilloso. En él se encuentra todo su espíritu y toda su
riqueza, y es en él donde debemos buscar constantemente inspiración para resolver nuestras
necesidades actuales. Podemos contribuir al engrandecimiento de nuestras instituciones
brindándoles nuestro modo de sentir esa inspiración a través de la arquitectura que le
ofrecemos.
Reflexioné entonces sobre el significado de escuela, en contraste con el de una escuela o
institución. La institución es la autoridad que nos expone las necesidades a las que debemos
responder. Una escuela, un diseño específico, es lo que la institución espera de nosotros. Pero
Escuela —el espíritu Escuela, la esencia de la voluntad de ser— es lo que el arquitecto debe
expresar por medio de su diseño.
Esto es lo que distingue al arquitecto del mero diseñador.
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